domingo, 25 de junio de 2017

CARACTERISTICAS FISICAS y PSIQUICAS DEL PERRO


Las especiales condiciones sensoriales y físicas del perro, podemos apreciarlas por las medidas siguientes:


1.- Es capaz de detectar visualmente un objeto a 350 metros en un campo, que sobre la línea del horizonte abarca de 50 a 70 grados por encima, de 20 a 60 grados por debajo, de 100 a 125 grados por los lados y colateral de cada ojo de 35 a 45 grados, es decir, una visión muy superior a la del hombre.
2.- Localizar un sonido con un error inferior a 5 grados.
3.- Captarlo con frecuencias de 20 a 70.000 ciclos/segundo, unidades hertz diferenciando tonos de 1.000 decibelios de variación.
4.- Percibir partículas olorosas en la proporción 1/1.000.0000
5. - Analizar las vibraciones recibidas por la planta de sus patas.
6.- Seguir el rastro de una persona con un retraso de 27 minutos a 72 horas, en condiciones óptimas.
7.- Responder al estímulo-orden cerebral en 2 décimas de segundo.
8.- Correr a 60 km. por hora.
9.- Saltar empalizadas de 4,5 metros.
10.- Apreciar el miedo ajeno.
11.- Dictaminar el estado físico y enfermedades de sus presas, separando la más apropiada.
12.- El perro a diferencia de un arma es subjetivo, mientras la bala es objetiva.


Si importantes son las características físicas, resalta aún más su cualificación natural para la guarda y alarma. Desde la ancestral aproximación entre el hombre y el perro, recelosa y distante, en que la huída contaba siempre con su espacio, el perro aportaba a la asociación el aviso de la presencia extraña y la protección de un territorio; con el transcurso de los días, la proximidad es física y con ella la identificación de la morada del hombre como propia y la defensa de su persona, como un componente más de la manada o célula de la organización social.


La técnica, lejos de suplir o alejar al perro hace cada día más fuerte esta unión, antes era auxiliar, hoyes complemento y el constante auge define al hombre y al perro en su histórica andadura.

La perfección de las programaciones de los sistemas de seguridad, no han sido inconveniente ni obstáculo para la erradicación del perro, pues, no sometido a supuestos fijos, resuelve su trabajo con múltiples y variables modalidades y de tal ductilidad que nada ni nadie puede reemplazarlo, sólo él es capaz de conocer el estado de ánimo y las intenciones de cada persona, de modificar con su inteligencia y la respuesta al hecho similar al practicado.

Todas estas características funcionales, hacen que el perro sea comercializado y utilizado en diferentes países y en todos los medios ya que la adaptación y mutabilidad, le son propias. 

lunes, 19 de junio de 2017

EL MERCADO DEL PERRO DE SEGURIDAD



La constante progresión de la inseguridad ciudadana, en base a una deficiente protección comunitaria, obliga a la búsqueda de medios de autodefensa, cuya finalidad, la consecución de la tranquilidad psíquica, se refleja en múltiples acciones que cubren parcialmente nuestras actividades diarias.



La indiferencia social ante la comisión del delito y su omisión de auxilio y ayuda, por despego acomodaticio o miedo, la inoperante función preventiva de nuestra policía, por escasez de medios y sistemas, las repercusiones judiciales de todo rechazo por la fuerza, la distancia y fluidez de tráfico que Imposibilitan la inmediata presencia de las fuerzas del orden, (se considera como media horaria la de 15 minutos de desplazamiento), la fiabilidad de la alarma que alcanza cotas de incredibilidad del 90, o la oportunidad del aviso en que tan sólo el 20 es efectivo, por la extensión de la zona a vigilar o controlar, etc. ... , han creado un próspero mercado de productos de seguridad y auspiciado el consumo personal.

Dos técnicas inciden con sus productos en el mercado, la estática o fija y la dinámica o mecánica y eléctrica, ambas carentes de la efectividad buscada por el consumidor y de ubicación estable.

Las primeras comprenden las fórmulas de impedimento de fuerza, como rejas, cerraduras, blindajes, etc ... que ante la palanqueta, gato de vehículos o hidráulicos, ácidos, lanzas de fuego y brocas rápidas, hacen ineficaces unos medios que se rinden por el buró, al cemento. Las segundas, basadas en sensores, células, rayos infrarrojos o ultravioleta, sistemas de visión o sonido, etc ... , conocen la indefensión ante el imán, la espuma o líquido, las gafas polarizadas, el espejo y son susceptibles a las interferencias y variaciones del supuesto para el que han sido concebidas, son caducas en su nacimiento, artificiales como suplantadores y equívocas en sus resultados, hasta el punto de que las compañías de seguros han eliminado las bonificaciones que, sobre las pólizas de robo, venían ofertando a quienes contaban en sus instalaciones estos métodos de seguridad.



Todas ellas tienden a reforzar la vigilancia humana, que gravosa en el aspecto económico, frágil de moral, por el desamparo judicial en que se encuentra , sujeta a error humano, al cansancio y la monotonía, disminuidos sensorialmente en nuestra evolución racial, deben luchar contra la picaresca, las técnicas carcelarias como difusión didáctica y la constante inventiva de quienes nada tienen que perder.

El profesional humano, el vigilante jurado, el guarda, el sereno, el guardaespaldas o sus similares públicos, deben ser reforzados en sus misiones laborales, dotándoles de aquellas capacidades de que hoy carecen, deben complementarse con un perro. Si ello es así, qué decir del ciudadano medio, de nuestro hostil entorno, de nuestro miedo a la agresión física, personal o familiar, o de los bienes.

El perro es el producto idóneo para este mercado, como medio preventivo y de seguridad.




Eficiente, irreductible en sus funciones, exige un enfrentamiento de alto riesgo físico, sin errores ni heridas graves y siendo amparable por un seguro de RESPONSABILIDAD ILIMITADA. Mientras que, una bala es objetiva, de dirección constante y con un valor de impacto fijo en la distancia, el perro es subjetivo, susceptible de variación y controlable antes de y en la colisión.

Considerado· como arma, sin licencia ni permisos, tiene una aceptación popular distinta, la sociedad admite una mejor lesión, de la misma gravedad, de un mordisco que de una bala.