lunes, 19 de junio de 2017

EL MERCADO DEL PERRO DE SEGURIDAD



La constante progresión de la inseguridad ciudadana, en base a una deficiente protección comunitaria, obliga a la búsqueda de medios de autodefensa, cuya finalidad, la consecución de la tranquilidad psíquica, se refleja en múltiples acciones que cubren parcialmente nuestras actividades diarias.



La indiferencia social ante la comisión del delito y su omisión de auxilio y ayuda, por despego acomodaticio o miedo, la inoperante función preventiva de nuestra policía, por escasez de medios y sistemas, las repercusiones judiciales de todo rechazo por la fuerza, la distancia y fluidez de tráfico que Imposibilitan la inmediata presencia de las fuerzas del orden, (se considera como media horaria la de 15 minutos de desplazamiento), la fiabilidad de la alarma que alcanza cotas de incredibilidad del 90, o la oportunidad del aviso en que tan sólo el 20 es efectivo, por la extensión de la zona a vigilar o controlar, etc. ... , han creado un próspero mercado de productos de seguridad y auspiciado el consumo personal.

Dos técnicas inciden con sus productos en el mercado, la estática o fija y la dinámica o mecánica y eléctrica, ambas carentes de la efectividad buscada por el consumidor y de ubicación estable.

Las primeras comprenden las fórmulas de impedimento de fuerza, como rejas, cerraduras, blindajes, etc ... que ante la palanqueta, gato de vehículos o hidráulicos, ácidos, lanzas de fuego y brocas rápidas, hacen ineficaces unos medios que se rinden por el buró, al cemento. Las segundas, basadas en sensores, células, rayos infrarrojos o ultravioleta, sistemas de visión o sonido, etc ... , conocen la indefensión ante el imán, la espuma o líquido, las gafas polarizadas, el espejo y son susceptibles a las interferencias y variaciones del supuesto para el que han sido concebidas, son caducas en su nacimiento, artificiales como suplantadores y equívocas en sus resultados, hasta el punto de que las compañías de seguros han eliminado las bonificaciones que, sobre las pólizas de robo, venían ofertando a quienes contaban en sus instalaciones estos métodos de seguridad.



Todas ellas tienden a reforzar la vigilancia humana, que gravosa en el aspecto económico, frágil de moral, por el desamparo judicial en que se encuentra , sujeta a error humano, al cansancio y la monotonía, disminuidos sensorialmente en nuestra evolución racial, deben luchar contra la picaresca, las técnicas carcelarias como difusión didáctica y la constante inventiva de quienes nada tienen que perder.

El profesional humano, el vigilante jurado, el guarda, el sereno, el guardaespaldas o sus similares públicos, deben ser reforzados en sus misiones laborales, dotándoles de aquellas capacidades de que hoy carecen, deben complementarse con un perro. Si ello es así, qué decir del ciudadano medio, de nuestro hostil entorno, de nuestro miedo a la agresión física, personal o familiar, o de los bienes.

El perro es el producto idóneo para este mercado, como medio preventivo y de seguridad.




Eficiente, irreductible en sus funciones, exige un enfrentamiento de alto riesgo físico, sin errores ni heridas graves y siendo amparable por un seguro de RESPONSABILIDAD ILIMITADA. Mientras que, una bala es objetiva, de dirección constante y con un valor de impacto fijo en la distancia, el perro es subjetivo, susceptible de variación y controlable antes de y en la colisión.

Considerado· como arma, sin licencia ni permisos, tiene una aceptación popular distinta, la sociedad admite una mejor lesión, de la misma gravedad, de un mordisco que de una bala.

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